lunes, 22 de junio de 2009

Verdad

- Dime la verdad
- Pero, ¿qué verdad? ¿la tuya o la mía?
- No, la verdad a secas.
- Pero... no hay una "verdad" a secas...
- ¿Cómo que no? Claro que la hay ... a ver, ¿me vas a decir que ese jarrón no existe de verdad?
- ¿Eso es un jarrón? yo pensaba que era una maceta...
- No, es un jarrón. Y bien bonito además.
- Pues a mi me parece una maceta, llena de tierra y flores.
- Sí, pero es de cristal, por eso es un jarrón.
- Pues a mi me parece una maceta.
- Pues te equivocas porque es un jarrón.
- No me equivoco. Tú lo ves desde el punto de vista decorativo, y yo desde el punto de vista funcional.

- Pues yo te sigo diciendo que es un jarrón, porque lo es. Esa es la verdad.
- ¿Y por qué sabes que esa es la verdad?
- ¡Porque lo estoy viendo!
- ... bien, ahora ponte mis gafas... ¿te sigue pareciendo un jarrón?
- No, ahora parece un gurruño, pero no por eso deja de ser un jarrón.
- ¿Por qué lo sabes? Ahora lo ves de otro modo.
- Pero me acuerdo de cómo lo veía antes.
- Es decir, que antes te fiabas de tus ojos, y ahora de tu memoria...

¡¡CATACRASS!!

- ¡¡¡¿¿¿QUÉ HACES???!!! ¿Por qué has roto el jarrón?
- ¿Qué tenemos ahora?
- Ahora tenemos un jarrón roto y un enfado muy grande.
- Pero ya no es ni un jarrón ni una maceta, sino un montón de cristales y tierra... alguien que no lo hubiera visto antes no sabría que alguna vez fue un jarrón.
- Pero yo sí lo sabría, y con eso basta.
- Así que donde otra persona sólo vería un montón de basura, tú ves un jarrón transformado...

- No me convences. Las cosas son verdad o no lo son. El número dos es el mismo número aquí y en China.
- Está bien. En compensación por esos cristales rotos, te haré un cheque por diez mil. ¿Te parece que ese es un número grande?
- ¡Sí, es un número realmente grande! No hace falta tanto...
- ... ten en cuenta que aún no te he dicho en qué moneda estará el cheque... ¿sigues pensando que es grande?
- Ah, ¡entonces depende de qué moneda sea, tal vez sea una cantidad muy pequeña!
- ¿Quieres decir que el mismo número puede ser, a la vez, muy grande y muy pequeño?


Tú. Sí, tú que estás leyendo esto. Tú que cómodamente sentado, te permites una leve sonrisa condescendiente, porque sabes cuál es la verdad. Echa un vistazo por la ventana, al cielo nocturno plagado de estrellas, y trata de contarlas. ¿Hasta dónde abarca tu realidad? ¿un millón, cien millones...? ¿y cuántas más habrá que estén tan lejos que ni siquiera seas capaz de verlas?

Vuelve ahora a tu casa, a tu barrio, a tu familia, y cuenta nuevamente... cuenta cuántas personas, cuántas verdades conoces realmente. Cuántas vidas puede abarcar tu mirada. Cuántos fugaces momentos, intensos o suaves, ellos han vivido y tú nunca conocerás. Se humilde por una vez y reconoce que, en definitiva, no conoces más que un minúsculo pedazo interpretado y manipulado de la verdad. Tu verdad.

Y cuando lo hayas hecho, recuerda que por cada persona que conoces hay un millón de las que no sabes ni el nombre, diez millones que ya murieron y nunca podrás conocer, cien millones que aún no vivieron y nunca conocerás.

Hay más verdades en este planeta, tu casa, que estrellas puedes contar en el cielo.

1 comentario:

  1. Pues yo tengo una madre (la única, digo yo, pq ya me pone a dudar de todo esta entrada ;) que cuando ve que trato de ser yo mismo, es decir, cuando ve que vivo algo que no se ciñe a su idea de lo que más "me" conviene, se enfada -digamos- bastante... (lo que ella dice son "las verdades", eso es lo que responde cuando le pregunto sobre el porqué de su mal humor)... Y aún menos mal que tengo por ahí algunos buenos amigos con los que coincidido de vez en cuando, pq si no (de haberme creído lo que en el auge de esas reacciones me dice) podría haber llegado a pensar que tratar de ser yo mismo y vivir como un infeliz vendrá a ser la misma cosa.

    Gran lío éste (el del intento de imposición a otro de cualquier parecer sobre lo "que sería" mejor) sobre todo cuando llega a resquebrajar afectivamente aún a personas que se quieren muchísimo porque, aunque tú nunca te opusieras a que el otro lo haga como mejor lo entiende, no es acatando exigencias como puedes sentirte feliz.

    Tu escrito de arriba me ha servido para recordar lo -nunca demasiado recordado- que este "viejo" libro explica http://www.libreriahumanista.com/Libros/Rtf/Dario_Ergas_Sentido_del_Sinsentido.zip especialmente en donde se refiere a los de las "verdades" absolutas con estas palabras... "Me costó aceptar que "las verdades" que la gente afirmaba, eran una expresión no rigurosa y sólo indicaban un estado de ánimo. Aunque proclamaban sus puntos de vista como absolutos y universales, en realidad lo que enunciaban era: "Esto que digo en este momento de mi vida, dada esta situación familiar y social que me toca vivir, dado lo que me ha sucedido anteriormente, y dados mis intereses a futuro, es así, no admite discusión y para mí es vital y fundamental que así sea. Si alguien se opone, está equivocado o miente deliberadamente para perjudicarme y perjudicar a los que me rodean". Supuse que explicitar este discurso en cada afirmación era un poco excesivo, de modo que se lo dejaba de lado. Luego, observé que se lo omitía no por consideración al interlocutor, sino por desconocimiento de sí mismos".

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