martes, 18 de junio de 2013

Sacrificarse no es sabio

Parece haber una especie de norma no escrita, un supuesto tácito que todos comprenden aunque no se diga, aunque esté en todas partes. La idea en cuestión es esta:

"El sacrificio merece recompensa"

Resuena, ¿verdad? Con variaciones, esa frase la hemos escuchado miles de veces. Parece razonable y justo. Pero ahora cambiemos algunas palabras por otros sinónimos:

"La autoinmolación tiene premio"

Ahora ya suena un poco más ominoso. Pero aún se puede jugar un poco más con las palabras y obtener la conclusión lógica que encierran las dos frases anteriores:

"Maltratarse es bueno"

Puede parecer que estoy estirando un poco los términos; que en realidad, cuando se habla de sacrificio se está hablando de esfuerzo, y que la recompensa viene dada por el propio esfuerzo y lo que ello significa de superación personal.

Nada de eso. Cuando alguien dice "pues yo trabajo 15 horas al día por una miseria", está explicando que se está maltratando a si mismo y que no lo hace por ningún espíritu de superación, sino a mayor beneficio de su empleador.

Cuando se habla de los años invertidos en el estudio de una carrera, nuevamente se expone el sacrificio realizado, como aval que justifica un salario más alto.

Me detengo un momento en esa palabra, sacrificio. Desde mi niñez, cuando leía alguna adaptación de la Biblia, esta palabra me hace evocar una imagen, con un cordero (sin desollar) puesto sobre un altar, quemándose hasta que se consume del todo. En tales épocas, las personas sacrificaban bienes preciados (corderos, hijos) en los altares de sus dioses, esperando su favor.

Hoy en día, seguimos sacrificando nuestros bienes preciados (incluyendo tiempo y energía) en los altares de nuestros dioses. Tal vez ellos, en su magnanimidad, nos concedan la Gracia del Puesto de Trabajo. Aunque sean 15 horas al día por una miseria.

No, señores, sacrificarse no es sabio. Sacrificarse es estúpido, como es estúpido pensar que si te cortas un brazo a mordiscos te mereces un kilo de oro. Sacrificarse es egoísta, porque el sacrificio siempre se hace a cambio de algo que se supone de mayor valor que lo sacrificado, y si no se logra ese algo se anota escrupulosamente la deuda que el mundo tiene con uno mismo. Y se repite a todo el que lo quiera escuchar, durante años, como si uno no tuviera más objetivo en la vida que cobrarse esa deuda.

Hay miles de expresiones que expresan esta idea, de un modo u otro. "Se lo merece" es la más frecuente y la menos visible: casi siempre se utiliza para reivindicar un sacrificio. Para reivindicar la estupidez.