viernes, 17 de enero de 2020

Estafa

El caso Cambridge Analytica, destapado en 2018, mostró con palmaria claridad que las redes sociales se estaban utilizando para influir en las campañas electorales. En aquella ocasión se señaló la campaña para la elección de Donald Trump de 2016, pero no era la única.

Desde entonces, no ha parado de acumularse evidencia sobre el impacto de las redes sociales como herramienta de creación y manipulación de opinión y de voto.


Entendida desde un punto de vista comercial, que es como el neoliberalismo entiende el mundo, la política de derechas no es otra cosa que la venta de un producto. Un producto que, en realidad, no es más que una imagen. Los partidos políticos, devenidos en cascarones huecos y sin militancia, se han reducido a marcas comerciales que son gestionadas con técnicas de marketing, con la ventaja de que, en su caso, la publicidad engañosa no es delito. Ni siquiera es necesario advertir que algo es publicidad: basta decir que es 'una opinión' aunque sea transcripción directa del 'manual de comunicación'; así, los medios (prensa, radio, televisión, y ahora las redes sociales) emiten continuamente publicidad engañosa de las opciones políticas patrocinadas por su grupo empresarial.

Y sin embargo, y a pesar de que todo lo anterior es sabido y conocido desde hace mucho, amplios sectores de la izquierda siguen culpando a la gente por su forma de votar.

No es que la gente sea estúpida. Lo que ocurre es que la gente está siendo estafada.

Y no, no tiene sentido culpar de la estafa a la víctima.

Culpar de la estafa al estafado no es más que el reconocimiento de una impotencia: la incapacidad para generar y transmitir un mensaje alternativo a la estafa.


Las razones de esa incapacidad son múltiples, pero por encima de todos yo destacaría una: la izquierda también se ha creído la estafa.

"Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo", decía Audre Lorde hace 40 años; y aún así, muchos partidos y militantes de izquierda piensan en los mismos términos de imagen de marca, impacto mediático y manuales de comunicación. Pretenden usar las herramientas del amo, aceptando el punto de vista mercantil como la realidad tangible y, desde ese punto de vista, pretenden convencer a la gente de que lo abandone. La obvia contradicción entre lo que se hace y lo que se dice es difícil de sostener.

¿Y cuál es la solución? Las redes de confianza, el liderazgo difuso, la comunicación directa. No descubro la pólvora: son soluciones ya planteadas antes y que se descartaron en favor de otras opciones más rápidas ... que no han funcionado.

Es hora de volver a mirarnos a los ojos.

sábado, 11 de mayo de 2019

Millennials

Entre la gente "adulta" se hace mucha risa de los modos de la nueva generación, los millennials. Calificados como inseguros, volátiles, blanditos.

En realidad no difieren tanto de mi propia generación. Con 20 años también éramos inseguros, volátiles y blanditos.

Tan solo ocurre que, mientras nosotros nos cubríamos con una costra de suficiencia mezclada con desdén, ocultando todo bajo el manto del tabú, ellos tienen la valentía de admitirlo e incluso de hablar de ello.

Quizás se trate de algo más parecido a una risa nerviosa, a fin de cuentas.

viernes, 29 de marzo de 2019

Feminismo e igualdad

Como seres humanos nacemos en un contexto personal y social que no escogemos; nos es dado. Este contexto incluye nuestro entorno social (país, religión, clase social, etc), el entorno familiar, y también nuestro propio cuerpo (raza, sexo, complexión, forma física...).
 
Somos seres sociales, y por eso no podemos ignorar nuestro contexto sin riesgo de deshumanizarnos. 
Por eso, las propuestas de igualdad de género modalidad tabula rasa, que consisten en esencia en hacer como si todos fuéramos iguales y la desigualdad de género no existiera, solo se pueden entender como resultado de una confusión que tal vez no sea ingenua.

Pasa con esta clase de propuestas lo mismo que con la propuesta de que todos paguemos los mismos impuestos: ambas parecen propuestas igualitarias, pero no lo son: en ambos casos se da por supuesta una realidad que no existe. Como si la igualdad de todos los seres humanos se produjera por el mero hecho de enunciarla, como si bastara anunciar la abolición de las clases sociales para que todos tuviéramos el mismo dinero en el bolsillo y con él idénticas oportunidades de acceso a salud, educación, vivienda o cultura.

Por lo mismo que no supone el mismo esfuerzo pagar un impuesto a quien tiene que a quien no tiene, tampoco supone el mismo esfuerzo hacerse oír, acceder a puestos de dirección o ser tratado con respesto a un hombre que a una mujer.

Aún peor: hacer como si la desigualdad no existiera no solo no la hace desaparecer, sino que la acrecienta.

Resolver esto no es cuestión de leyes, o no solamente. Más que nada es cuestión de un trabajo social y cultural, personal, interno, en el que las mujeres reflexionan sobre sí mismas y su papel en el mundo más allá de la postergación en la que han vivido y aún viven; y en el que los hombres reflexionamos también sobre nosotros mismos y sobre nuestro atávico temor a dejar caer la ilusión de que tenemos el control sobre nuestras vidas, nuestro entorno y nuestra sociedad.

lunes, 18 de febrero de 2019

Respuesta global


Más o menos coincidiendo con el cambio de siglo, en América Latina fue tomando forma un movimiento de respuesta al neoliberalismo imperante, impuesto bien a través de dictaduras o bien de regímenes democráticos en lo formal pero autoritarios en la práctica. Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador fueron algunos de los rostros del nuevo discurso.

La izquierda europea andaba por entonces empantanada ante el avance neoliberal, con un discurso reducido a la defensa de los derechos de los trabajadores y una retórica de lucha de clases percibida en general como trasnochada y carente de efectividad. En este contexto, el movimiento latinoamericano suponía una cierta renovación con sus reclamos de justicia social y resistencia al capitalismo global, en una línea más similar a la socialdemocracia escandinava que al comunismo cubano.

El movimiento fue masivamente participado por la población y marcó la agenda del subcontinente. Varios de sus partidos llegaron al poder y pusieron en práctica (no sin dificultad) sus propuestas, con buenos resultados en general. Los índices de pobreza y desigualdad se redujeron, la cobertura social se amplió, el poder omnímodo de las multinacionales encontró oposición efectiva. Los recursos naturales (petróleo y gas natural) fueron total o parcialmente nacionalizados y su explotación se empleó para sufragar políticas sociales.

Alejándose del tradicional eje discursivo de la lucha de clases, el movimiento encontró apoyo en el nacional-populismo. Cabe recordar que las naciones latinoamericanas se formaron en el contexto de su independencia de la metrópoli y por tanto el concepto de nación tiene un fuerte componente revolucionario, a diferencia de las naciones europeas que se formaron como yuxtaposiciones de culturas dentro de distintos proyectos imperialistas.

Cuando, una década más tarde, la izquierda europea se topó de bruces con fenómenos sociales que ni previó ni entendía realmente (como el 15M o la primavera árabe), una parte trató de modernizarse importando el discurso latinoamericano (otra parte, en cambio, siguió y sigue fiel a su visión del mundo de una época anterior a la robótica). Entre otras cosas importó el eje de discurso nacional-popular, buscando un nuevo "significante" con el que aglutinar fuerzas y, sobre todo, votos. Syriza, Podemos, France Insoumise, incluso el laborismo de Jeremy Corbyn han tratado de surfear la ola nacional-popular.


Y en estos días se va haciendo patente que el modelo no era exportable; en primer lugar porque en Europa el nacional-populismo es de tradición imperialista (y ya fue usado como tal por la ultraderecha en la primera mitad de siglo XX); y en segundo lugar porque el problema que enfrenta es de escala global y las respuestas a escala nacional no tienen recorrido.

El capitalismo hace tiempo que garantizó su propia movilidad y efectividad de poder a escala global, pero la izquierda sigue planteando soluciones de país, de nación, y alza las manos impotente cuando constata que los poderes fácticos están fuera de su alcance. Culpando a la gente, por añadidura, de su propio fracaso.

El neoliberalismo es una propuesta global, totalizadora, y por ello requiere una respuesta a idéntica escala.

Respuesta que se va conformando poco a poco. Las respuestas de alcance global están ahí, dispersas aún pero confluyendo poco a poco: ecología y cambio climático, feminismo, desigualdad e inmigración, derechos humanos, renta básica universal.


En la medida en que los partidos "de izquierda" se acerquen a este discurso, reconociéndose como parte de él y no como sus detentatarios; en la medida en que sean capaces de proyectar una imagen, un plan global del que todas las fuerzas de progreso formen parte; en la medida en que logren eso, serán capaces de canalizar y acompañar la verdadera revolución.

jueves, 13 de diciembre de 2018

¿Te sientes triste?

Cuando uno hace revisiones de su propia vida, no suele ser buena política hacerlas desde un estado de ánimo "intenso", como un exceso de optimismo o pesimismo, porque las cosas acaban saliendo sesgadas y se queda uno atorado en imposibles. El problema en ambos casos es que uno dedica demasiada atención a lo que pasa por su cabeza y demasiado poca al mundo.

Echando un vistazo al mundo, tal vez puedas ver algunos puntos importantes. El primero, que el mundo cambia. Lo que hace unos años era un país en crecimiento y gente relativamente satisfecha, hoy es un país dominado y exprimido, lleno de descontento y con una brecha social que amenaza convertirse en abismo.

Lo que quiero decir es que las condiciones cambiaron y que eso no es un defecto tuyo. Ahora bien, si el entorno cambia, uno tiene que cambiar también. No tiene sentido lamentarse de lo mal que va todo y lo bien que se estaba antes, a menos que esa reflexión sirva para el futuro. Porque tan solo se puede operar en el futuro: el pasado no se puede cambiar y el presente ¡puf! ya ha pasado.


Si te sientes triste, tal vez sea porque te ocupas tanto pensando en el pasado que no te quedan ánimos para encarar el futuro.

En cada momento, la pregunta más importante será si uno quiere vivir, y en qué condiciones quiere hacerlo.

Si la vida de supervivencia no te satisface, ¿qué vida quieres tener? ¿Cómo puedes dirigirte hacia ella? ¿Con qué cuentas para conseguirlo? ¿Qué dificultades te puedes encontrar? ¿Quién puede ayudarte?

Muchas veces, cuando uno está triston, climático, autocompasivo, estas preguntas parecen extrañas, casi ofensivas, porque "sacan" del tema en que uno está. Es como si hablaran en chino. Como si de algún modo el otro no estuviera valorando o reconociendo lo mal que está uno, lo mucho que sufre, lo difícil de la situación personal. Entonces uno podría preguntarse: ¿por qué mierda es tan importante que otros me reconozcan? ¿es que acaso no lo paso suficientemente mal sufriendo todo esto, que además quiero que me lo recuerden continuamente y me compadezcan?

¿Qué posibilidades tengo de recibir ayuda para avanzar si me muevo dando vueltas siempre en torno a lo mismo, sin avanzar hacia ninguna parte?

viernes, 14 de septiembre de 2018

Evolución virtual


Llevo mucho tiempo reflexionando sobre lo virtual.

Lo virtual es el territorio en el que lo imaginado se vuelve tangible, y la experiencia se configura a partir de una realidad sintética. Llevado al extremo, lo virtual puede reemplazar a lo real, como en la película Matrix. La inmersión en lo virtual es mayor cuanto mayor sea el número de canales de entrada sintéticos.

La plasticidad de lo virtual permite hacer ensayos de realidad. Una especie de qué pasaría si. Los simuladores y los juegos inmersivos permiten experimentar sin correr riesgos.

Uniendo lo virtual y las comunicaciones se da lugar a la presencia virtual. La técnica se va refinando: teléfono, Skype, Google VR. Abarcando cada vez más canales de entrada.

Uniendo las comunicaciones y lo social se da lugar a las redes sociales. Espacios virtuales de intercambio, remedos de foros, ágoras, y patios de colegio. De los blogs a los vlogs, de los 140 caracteres a los videos y snapchats, de nuevo se abarcan cada vez más canales de entrada.

La técnica se desarrolla creando nuevas vías para sintetizar realidad, ampliando los canales de entrada. Muy avanzado el canal táctil y la visión tridimensional, el kinestésico (posición corporal) y el registro de la cenestesia (estado del propio cuerpo). Se experimenta con realidad aumentada.

Cada vez más información por más canales.

La sobreabundancia de información y su inmediatez (el sobreestímulo constante) dificultan la reflexión. No hay tiempo para pensar, y la información relevante queda sepultada en una montaña de ruido. Contra lo esperado, la consecuencia de este proceso es que estamos ampliando nuestra capacidad para procesar información. Pensamos más cosas en menos tiempo.

Uniendo lo virtual, las comunicaciones y lo social se da lugar a la aldea global. Virtual.

Las fake news son otro intento de intoxicación de canal. Ruido con aspecto de señal buscando el descrédito de lo virtual. La respuesta fue rápida y sistémica: se identificó el ruido dándole un nombre y se incorporó el concepto de credibilidad consensuada de la información otorgándosela a unas fuentes y no a otras (Maldito Bulo).

Lo virtual permite imaginar otras realidades y experimentarlas, ampliando nuestras posibilidades y nuestras capacidades.

Y sin embargo ... seguimos necesitando el contacto para encontrarnos en el otro.

De momento.

miércoles, 4 de julio de 2018

Lo normal

"Lo normal" es subjetivo. Cada persona tiene su propio concepto de lo que es normal y lo que es extraño, aberrante o irrelevante.

La mayor parte de lo que uno considera como normal, tiene que ver con los objetos y los valores del momento en que vivió su niñez y adolescencia, centralmente el período entre los 5 y los 15 años. Por ello suele haber un buen nivel de acuerdo dentro de cada generación sobre lo que se considera "normal".

A medida que el mundo cambia, uno va contrastando lo nuevo que llega con aquello que se considera "normal". A veces los cambios son bienvenidos e incluso deseados; otras veces son considerados perjudiciales y, las más de las veces, irrelevantes. Una constante es que todo cambio se vive como novedad y por tanto, distinto a "lo que había", que de algún modo se sigue viviendo como más verdadero que lo nuevo.

Así pues, hay una tendencia a darle más valor de realidad al mundo que uno vivió en su etapa de formación que al mundo en el que vive actualmente.

Sirva como ejemplo la distinta concepción que se tiene del mapamundi según la edad. Para los mayores de 50, Eslovenia, Croacia y Serbia son "países de la antigua Yugoslavia", donde "Yugoslavia" es el concepto de referencia que sirve para situar a los nuevos países balcánicos. Para los menores de 30, en cambio, Yugoslavia fue un país formado por Eslovenia, Croacia y Serbia entre otros, y aquí son estos países los que sirven de referencia para situar el antiguo país balcánico.

El efecto es mucho más acusado con la tecnología. En función de la edad se otorga más crédito a la radio, a la televisión o a las redes sociales. En función de la edad se demonizan los cómics, la televisión o los videojuegos. En función de la edad los electrodomésticos, la calculadora o la compra on-line son comodidades excesivas que nos harán más vagos y más tontos.


Es conveniente tener esto en cuenta cuando se valoran las opiniones de otros. El paisaje de formación de cada uno es importante para entender desde dónde se considera algo irrelevante, ofensivo o peligroso.