martes, 27 de noviembre de 2007

Oldies but Goldies

De vez en cuando me da por escribir cositas. Esto de aquí es una canción que escribí el año pasado, dedicada a Anuska. Lo publiqué en el perfil de Lycos, pero creo que ya va siendo hora de quitarlo de ahí y guardarlo en otro lugar. Helo aquí.


La Canción de Anuska y Ozewi

Pendón al viento, espada en ristre,
a Oriente Ozewi cabalga.
Al castillo se dirige,
al castillo de su amada

¡oh Anuska, Anuska querida
Anuska tan bien recordada,
desde aquella tu panadería
en que tu amor se empanara!

El castillo avista, al castillo avanza
y por fin el castillo alcanza;
enormes son las almenas
que frente a él se levantan,
y en lo alto de la torre,
es su amada quien aguarda.
¡no te digo! ya pudiera,
después de esta cabalgada,
bajar tres o cuatro pisos,
¡que tengo las piernas cansadas!

Ozewi mira hacia arriba
pensando ya en la escalada
se va a quitar la armadura
que pesa una tonelada
y para lo que quiere hacer,
no le va a servir de nada.

Coge el garfio y lo voltea,
lo lanza hacia la fachada
tira un poco de la cuerda
por ver si quedó enganchada,
y al tirar ¡MUY SUAVEMENTE!
¡echa abajo una baranda!

Con más puntería lanza,
engancha en una enrejada,
tira otra vez de la cuerda,
esta vez, bien colocada,
y sube con mucho esfuerzo...
¡cómo pesan las fabadas!

Ya llega por fin arriba,
Ya puede ver a su amada,
ya está tocando el cristal
en una suave llamada,
pero el vidrio es Climalit...
¡ventana insonorizada!
y con lo poco que falta
entre oir poco y no oir nada
Anuska mira a otro lado
sin darse por enterada.

Ozewi no ceja, insiste
golpea bien la ventana,
golpea con los nudillos,
con el mango de la espada,
tanto jaleo está armando
que parece una serenata
y mientras, su querida Anuska
¡sigue sin oir nada!

Tantas veces en el vidrio
con la espada golpeaba
que rompe al fin la ventana
dejándola maltratada;
Anuska se da la vuelta,
y mira escandalizada
¡debajo de la armadura
Ozewi no lleva nada!

Mirando con ojos tiernos
a su amada, aquí delante,
Ozewi recita un poema
que le dictó un gran cantante:
"Es una flecha directa
al corazón anhelante,
hará que tu dama caiga
en tus brazos al instante,
y a poco más que le digas
te comerá los guisantes!
Te lo dejo muy barato:
sólo cinco mil besantes".
Así dijo el muy canalla,
así dijo el muy tunante;
se guardó bien su dinero,
dentro de su traje elegante
y no caminó ni cien metros,
por su camino adelante,
el hombre se dio la vuelta
y gritó "¡empanaaaaoooo!"

Ozewi despliega el rollo
trata de aclarar su voz,
y por fin inicia el canto
con ronquera de tenor:

Oh bella flor del jardín,
que hueles a calcetín;
tu cutis es tan bello
como el culo de un camello.
Tu aliento es tan exquisito
como el aceite refrito;
tu boca, tan adorable,
como una muñeca hinchable...
Y si tu corazón late
como una lata de tomate,
he de decirte, ay mi niña
que me recuerdas una piña,
con escamas y burbujones
por casi todos tus rincones.
Y tanto te he de querer,
de este día en adelante,
que quiero hacerte saber
que tú serás la mujer
que nunca me haga un desplante.

Y ahora, para terminar
un regalo te voy a dar:
Estas flores tan bonitas
y este condón sin usar.

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