Para mi sorpresa, aunque estaba presentado en forma de "diapositivas" y como consignas, el contenido estaba bastante interesante; lo suficiente como para decidirme a transcribirlo aquí (modificando, eso sí, el formato en que me llegó).
El texto original, según la propia presentación, fue extraído del libro Extrañando a Dina, de Mario Alonso Madrigal.
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En el amor, como en cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores, y el miedo solamente dificulta más las cosas. Por ello no se debe rogar amor: una relación de pareja no es para vivir angustiado. Enamorarse no es obsesionarse ni irse a los extremos.
Es bueno ser como soy, siempre y cuando eso no implique dejar de respetar a quien esté conmigo.
Los planes pueden desaparecer en un instante, porque el futuro se mueve a su aire, no a mi conveniencia. Si puedo hacer algunas cosas en él, debería estar agradecido y no lamentándome por lo que no pude hacer.
Alrededor del amor se han creado muchas mentiras. Por eso debería dejar de volverle la cara a la verdad sólo para seguir en una falsa comodidad o por miedo al dolor. Si la vida me demuestra que aquello en donde puse mi corazón es una farsa, debo aceptarlo; llorando, desahogándome y renaciendo como una nueva persona.
También el amor propio es importante en una relación, porque...
- quien no se ama a si mismo, difícilmente amará a otro.
- la partida de quien quiero no me hará sentir despreciado, humillado o rechazado.
- no seré tan sensible al abandono.
- no terminaré creyendo que me dejaron por feo o por tonto, y podré aceptar que simplemente funcionó durante el tiempo necesario.
- así no me arrastraré como alfombra a los pies de nadie.
A menudo, las cosas se consiguen esperando, y se arruinan presionando. Por eso es necesario tener paciencia, esperar tranquilamente y tener en cuenta:
- Que la impaciencia es producto de un impulso emocional, que tal vez pronto pasará.
- Que la impaciencia asfixia a quien está conmigo.
- Que la presión se puede convertir en falta de respeto.
El amor no es, ni justifica, ser posesivo. Que alguien se marche no es perder una pertenencia que me gustaba mucho. Mi pareja no es mía, es prestada, y su dueño tiene derecho a llevársela cuando desee. Y aunque ser dueño de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, es preciso entender que eso es una ilusión. Aunque la crea mía, no lo es, por lo tanto...
- No puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo.
- No puedo esperar que actúe sólo de acuerdo a mis deseos.
- No debo controlar, manipular, adueñarme, ni decidir su destino.
- No debo reclamarle a la vida por hacerme devolverle lo que me prestó.
Interesantisima declaración de intenciones, gustosa estaria de encontrar a quien los tiene, pero mi paciencia, mi paciencia... se agota de tanto esperar. Me encantó el texto y actúo en consecuencia con él después de un largo aprendizaje.
ResponderEliminar¿Encontrar a alguien con esas intenciones? No creo que sea tan difícil. Seguro que el autor coincide con ellas, y yo las suscribo plenamente (por eso lo transcribí). Probablemente haya más gente que coincida entre los lectores. O eso me gusta creer.
ResponderEliminar"No me acuerdo de olvidarte. Y qué no daría yo por la memoria de que me hubieras dicho que me querías".
ResponderEliminarUn texto muy bello.
ResponderEliminarCoincido con el pensamiento. Nos iria mejor a todos si no vivieramos como una relación de pertenencia nuestra vida en pareja.
Un abrazo enorme mi vida.